miércoles, 2 de noviembre de 2011

Las vidas posibles de Mr. Nobody (2009) – Jaco Van Dormael


El director belga Jaco Van Dormael tiene en su haber apenas tres largometrajes, y entre el primero y el último hay un lapso de 18 años. Ha sido más prolífico en el ámbito de los cortometrajes y participó en el famoso proyecto Lumière y Compañía, Organizado por Sarah Moon, quien convocó a cuarenta directores de todo el mundo para que realizaran cortometrajes de 52 segundos de duración, utilizando el cinematógrafo original de los hermanos Lumière. Para ese entonces, Van Dormael sólo era el director de un largometraje, Totó le Heros una película estrenada en 1991, sorprendente y particular, que lo hizo visible en el panorama mundial (bastante difícil de conseguir hoy en día). Sus calidades como cineasta se vieron confirmadas cinco años después, con la cinta El octavo día, una de las cintas más populares sobre personajes con discapacidad cognitiva. Pero entre esta producción y su largometraje más reciente, Mr. Nobody, pasaron 13 años. Y es que esta última película se distancia no sólo temporal sino también temáticamente de la anterior; en este caso, Van Dormael sorprendió al público mundial con una cinta de ciencia ficción, que es a la vez un drama singular sobre el amor, los encuentros y desencuentros.

El teórico australiano Allan Cameron acuño la expresión narrativa modular para referirse a películas que, como Mr. Nobody, proponen múltiples líneas narrativas, que se alternan a través de estructuras fragmentadas y superpuestas según distintos modelos. En el caso de la cinta que nos ocupa, esta “multilinealidad” sigue el esquema de lo que Cameron denomina narrativas bifurcadas (la expresión en inglés es forking path narratives, o narrativas que, como un tenedor, tienen una vía inicial que se bifurca en otras). Esta complejidad narrativa utiliza como pretexto el tema del famoso efecto mariposa de la teoría del caos (que además da nombre a la famosa película que también forma parte de las narrativas bifurcadas), según el cual una pequeña variación o accidente detona cambios radicales en un determinado estado de cosas: el aleteo de una mariposa en Japón, que produce una tempestad al otro lado del mundo.

El efecto mariposa, explicado en la película por el pequeño Nemo...

En este caso no se trata sólo del clima, sino de la vida de Mr. Nobody, cuyo decurso cambia por acontecimientos minúsculos, como el hecho de que cuando sus padres se divorcian y el corre detrás del tren que aleja a su madre de su lado, uno de sus zapatos, por estar desamarrado, se le desprende del pie y le impide alcanzar el tren, o que la primera gota de agua de una lluvia que cae justo en el papel donde anotó el teléfono de su amada, borrándolo e impidiendo que se vuelvan a encontrar. Sin embargo, lo particular de esta película es que nos cuenta las dos versiones, es decir, lo que habría ocurrido si no hubiera perdido su zapato, y él hubiera alcanzado a abordar el tren para irse a vivir con su madre, en lugar de permanecer al lado de su padre en la otra versión de esta curiosa biografía.

Nemo corre hacia su madre, pero el zapato se le cae...

Las bifurcaciones de la vida de Mr. Nobody, llamado Nemo, se estructuran a partir de su relación con tres mujeres distintas, que conoce cuando es todavía un niño, de modo que, en general, tenemos tres versiones de su vida: en una termina casado con Anna (la morena), en la otra con Elis (la rubia) y en otra con Jean (la oriental). La vida con Anna empieza cuando Nemo logra subir al tren e irse con su madre, quien se organiza con otro hombre, que resulta ser el padre de Anna, de modo que su romance se desarrolla en el seno de la nueva familia, censurado por los dos padres. Anna es alocada y divertida, y juntos descubren la transición a la madurez. 


Al interior de esta línea narrativa también hay bifurcaciones, pues Nemo y Anna se separan y su eventual reencuentro se resuelve en nuevas variaciones. La relación con Elis se da cuando Nemo no alcanza a subir al tren y se ve obligado a vivir con su padre, quien se va deteriorando lentamente y depende de Nemo para su cuidado. Elis es ciclotímica y termina juntándose con Nemo porque su anterior novio ya no quiera saber de ella. Luego, cuando crecen y tienen hijos, es una madre descuidada, que se sume en depresiones profundas para luego irrumpir en una fase maniaca que trastoca todos los órdenes familiares. Con ella, Nemo nunca sabe si es amado o no, si es feliz o infeliz. En la historia con Jean, variación de la vida al lado de su padre, Nemo experimenta una existencia absolutamente plana y normal, vacía y llena de rituales cotidianos absurdos, con una esposa fría y distante. En este decurso, Nemo termina arrojándose en su automóvil a un lago, y muere en las profundidades, llevando esta línea narrativa a un punto ciego paradójico. 

La gota que evita el reencuentro con Anna...

 Después de conocer las tres vertientes, el espectador puede notar, comparando los tres decursos narrativos, que una de ellas es “la adecuada”, de modo que las otras dos historias son más desafortunadas cuando se concretan, mientras que la historia de amor con Anna lo es cuando no se consolida. Este énfasis está justificado en el hecho de que la historia es contada por el propio Mr. Nobody, quien es, en el futuro, el ser humano mortal más viejo del planeta, y le narra su vida a un periodista que está haciendo un especial sobre tan peculiar personaje. Y aunque el Sr. Nobody recuerda porque ha sido inducido a hacerlo previamente a través de la hipnosis, esta focalización en “primera persona” explica también la existencia de múltiples vertientes, de las confusiones y la superposición de las versiones distintas: como los viejos narradores de cuentos, el señor Nobody le da “color” a sus historias, las adorna y trastoca, pero también puede ser que su memoria lo engaña y que, como todo recuerdo, tiene mucho de invención. El periodista, en este caso, funciona como un personaje que representa al espectador, en la medida en que es quien “escucha” la historia de boca del anciano, y se hace preguntas similares a las que nos hacemos los espectadores de la película y se las dirige al narrador. Pero la película tiene otro giro narrativo, otra variación en este tema de las versiones múltiples, que se resume en el siguiente diálogo:

Periodista: todo lo que me ha dicho es contradictorio, usted no puede estar en un lugar y en otro al mismo tiempo.
Nemo (anciano): todo lo que digo es que tenemos opciones…
P: De todas esas vidas, ¿cuál de esas vidas es la correcta?
N: Cada una de esas vidas es la correcta. Cada camino es el camino correcto. Todo no pudo haber sido de otro modo, sin dejar de tener tanto significado. Diles que fueron aliens… Oh, eres muy joven para eso.
P: usted no puede estar muerto y estar aquí. No puede no existir. ¿Hay vida después de la muerte?
N: Jajajajaja… Después de la muerte… ¿Cómo puedes estar tan seguro de que existes? Tú no existes. Tampoco yo. Ambos vivimos solamente en la imaginación de un niño de 9 años. Estamos siendo imaginados por un niño de 9 años que no teme a opciones imposibles.


Este diálogo se conecta con la narración en off que, al principio de la película, con la voz del Nemo-niño, dice reflexiona acerca de la dificultad de tomar decisiones, y cómo cuando no se decide nada, todo permanece abierto a posibilidades infinitas. Así, en el desenlace vuelve a ser la voz del Nemo-niño la que empieza diciendo: “en el ajedrez se le llama Sit Suan”, y la voz del Nemo-anciano termina la frase: “cuando la única jugada posible consiste en no mover”.

La complejidad narrativa de Mr. Nobody está vehiculada en una propuesta audiovisual rica y coherente con su tema. El montaje se acelera o se ralentiza según los ritmos de la historia, e incluso se invierte y va hacia atrás después de la epifanía final en la que volvemos al momento en que el Nemo-niño decide cual es el camino que prefiere. Cuando Nemo es un bebé, vemos su universo fragmentado en primeros planos (en esta etapa su universo es, primordialmente, su mamá), piezas perceptivas con las que el niño va armando el puzle de la realidad que lo rodea. El bebé Nemo se pregunta: sólo puedo ver mis manos, pero no puedo verme a mí mismo; veo los ojos de mi mami, pero no los míos… ¿realmente existo? Y la cámara asume una ocularización interna, pues vemos a través de los ojos de un bebé, desenfocados e inestables, que contempla el movimiento de sus manos como quien ve mecerse los árboles por la voluntad invisible del viento. 

  
La dirección de arte y el diseño de producción son cuidadosos, las paletas cromáticas se acomodan a los climas emocionales de cada vertiente narrativa, los efectos especiales están medidos y son eficaces. Entre los premios cosechados por la película se cuentan, precisamente, el premio Osella de oro al mejor diseño de producción en el festival de Venecia, otorgado a Sylvié Olivé, por su contribución técnica, y el premio al mejor maquillaje en el festival de Sitges. En este aspecto el mayor logro de la película es la transformación de Jared Leto en un anciano decrépito, que también demuestra el gran logro actoral de este personaje, quien demuestra aquí que es más que una cara para comerciales de perfumes o para liderar una banda Emo. Christophe Beaucarne también ganó el premio a mejor cinematografía en el festival de cine de Estocolmo, de modo que la propuesta visual de esta cinta ha sido reconocida mundialmente. 
El diseño de producción y la dirección de arte de Mr. Nobody
El diseño de producción y la trama bifurcada de esta película hermosa y compleja está sintetizada en el plano en el que el zapato del Nemo-niño destruye una casita (que replica un plano del principio en la que la mano del niño introduce un carro de juguete en un escenario exterior aparentemente real), convirtiéndose en el demiurgo de este universo multiforme y caótico, como la imaginación de los niños en el momento en que la vida los obliga a enfrentar la infinidad de los futuros posibles.