miércoles, 5 de octubre de 2011

Brick - Rian Johnson (2005)


El género negro (o film noir, como fue bautizado más tarde en Francia) ha pasado por varias generaciones y experimentado múltiples facetas. Mark T. Conard, autor de dos obras de referencia sobre el tema (The Philosophy of Film Noir y The Philosophy of Neo-Noir) nos da una buena síntesis de su versión clásica:

Se puede reconocer una película clásica de género noir cuando se ve, con su iluminación inusual (la oposición constante entre luz y sombra), sus ángulos inclinados de cámara y sus composiciones descentradas. Pero además de estas características técnicas, también hay un conjunto de temas que caracterizan el cine noir, como la inversión de los valores tradicionales (los chicos malos como héroes, los tradicionales chicos buenos como los policías haciendo cosas malas) y cierto tipo de ambivalencia moral (la dificultad para decir qué es correcto o incorrecto); también está el sentimiento de alienación, la paranoia y el pesimismo; abundan los temas del crimen y la violencia; y estas películas tienden a desorientar al espectador, más que todo a través las técnicas fílmicas mencionadas atrás.

En cuanto al neo-noir, podemos citar también a Conard, quien editó un segundo volumen sobre las versiones posteriores de este subgénero cinematográfico:

El término neo-noir describe cualquier película posterior al periodo del cine noir clásico, que contenga temas y sensibilidad noir. Este espectro cubre una gran parte del terreno y muchas películas dado que el gusto por el noir y el deseo de los cineastas de hacer películas noir no ha mostrado deseo de menguar en las décadas posteriores a la era clásica. Es posible que estos filmes tardíos no sean en blanco y negro o no contengan el juego de luz y sombra que poseían sus predecesoras clásicas. Sin embargo, estas películas contienen la misma alienación, pesimismo, ambivalencia moral y desorientación.

Si fechamos con Conard el fin del periodo clásico en 1958 (año de estreno de Touch of Evil, la película de Orson Welles), serían neo-noir las producciones cercanas a este género desde los años sesenta hasta el presente. La película que nos ocupa en esta ocasión, Brick (Rian Johnson, 2005) sería una de las más dignas representantes del género en la primera década del siglo XXI. Lo novedoso de su estrategia es la integración del cine negro con otra temática frecuente en el cine norteamericano de las últimas décadas: las películas de adolescentes (teen-age movies), ambientadas en los colegios de secundaria (high-schools o “prepas”, como dirían los mexicanos) y plagadas de toda clase de estereotipos: la porrista, el mariscal de campo, el abusador y sus secuaces, los nerds, etc.). Dicho así, parece una peligrosa mezcla entre American Pie y L.A. Confidential. Sin embargo, la fusión de Johnson funciona en muchos niveles, precisamente por este carácter estereotípico de los dos subgéneros. El propio director lo expresó así: “es realmente increíble cómo todos los arquetipos del mundo detectivesco se desplazan perfectamente sobre los tipos del high school”.

El enigma y su lugar simbólico, el tunel
Así, en Brick tenemos a un detective sombrío y ligeramente al margen de la ley: Brendan Frye, interpretado por Joseph Gordon-Levitt, quien ya se perfila como una de las estrellas ascendentes de este subgénero. Se trata de un joven que estuvo metido en líos de tráfico de drogas, pero que ahora está limpio, hasta que se ve conminado a inmiscuirse de nuevo para resolver el misterio de la desaparición de su exnovia, Emily Kostich, otro arquetipo noir: la dama en apuros, debido a sus contactos con el mundo del hampa. Tenemos, también, un crimen sin resolver: Emily resulta asesinada, y Brendan continúa su investigación para encontrar a los culpables. Para ello, se apoyará en Brain, un amigo con contactos e información que se la provee a medida que avanza la película, ayudándole a atar cabos y acercarse al nudo del misterio. Hay también, por supuesto, una mujer fatal, enigmática y atractiva, con un aire indie en este contexto adolescente: Laura Dannon, la novia del atleta de la escuela y uno de los mayores compradores de droga. Y un “capo” central que detenta el poder de la red de distribución en la ciudad: The Pin, igualmente enigmático y con un toque gótico que lo aleja del estereotipo. Este tiene, a su vez, un matón de cabecera, Tug, quien pasa de ser un personaje secundario a convertirse en uno de los implicados de la trama central, la cual implica, además de los líos de la adicción, la distribución de drogas y la violencia derivada del mundo criminal a escala adolescente, otros componentes que provienen de los dramas cotidianos de los jóvenes en la actualidad: embarazos no deseados, celos, triángulos amorosos y otros motivos más de la vida cotidiana, que se ven magnificados sobre el trasfondo noir de la delincuencia y la marginalidad.

La caracterización de los personajes a través de su calzado, según Johnson
La "mujer fatal" de Brick

La trama tiene, además, su giro final, que hace replantear las culpas y responsabilidades al final de la película. El nombre de la película ambiguo y concreto a la vez, proviene de un objeto que enlaza el asesinato de Emily con la red de engaños, traiciones y dobles juegos que interconecta a los protagonistas: se trata de un ladrillo, pero de heroína compacta, sustraído a The Pin y cuyo robo desencadena una serie de persecuciones y malentendidos. El papel de “la institución”, que en el noir clásico es representado generalmente por la policía o las instancias gubernamentales aquí está encarnado, como era de esperarse, en las directivas del colegio, que apoyan a Brendan en su búsqueda, como una especie de agente informal, pero a la vez le imponen límites que él se encarga de rebasar cuando es necesario.
The Pin, en un encuadre que recuerda a David Lynch


En cuanto a su propuesta audiovisual, Brick recuerda por momentos a ese otro grande del neo-noir, David Lynch, en sus encuadres simétricos y de iluminación focalizada, su claroscuro cromático y verdoso, sus personajes misteriosos que son aún más inquietantes cuando salen de las sombras y se exponen a la luz. Detrás del neo-noir en general está siempre Edward Hopper, como ya vimos en su versión future-noir de Alex Proyas. Aquí también se siente la estela del pintor de las soledades y las esquinas, de las estaciones de gasolina y los cafés abiertos hasta la media noche. Cinematográficamente, Brick es económica y elegante al mismo tiempo: sus movimientos de cámara, sus planos secuencias y movimientos inestables se alternan con planos largos y descriptivos, y el montaje no se excede en juegos innecesarios: es rápido cuando debe serlo, lento cuando el ritmo lo exige.

Y estas virtudes técnicas se magnifican cuando uno se entera de que el director logró estos resultados con un presupuesto general inferior a los 500.000 dólares, o de que la película fue rodada en 20 días, si bien el guión y el proyecto global venía siendo concebido por Rian Johnson desde su época de estudiante de cine. Rodada en la ciudad natal del director, San Clemente, California, lo que ha hecho que muchos encuentren rastros autobiográficos en la cinta. Y aunque seguramente hay mucho de eso en la película, la fuente de inspiración del director, según ha declarado, fueron sus lecturas de Dashiell Hammet, uno de los máximos representantes del Hard-Boiled (la novela criminal que introdujo en el género policiaco la rudeza y violencia del lumpen urbano). Johnson descubrió a Hammet, a su vez, gracias a los hermanos Cohen, sus “guías espirituales” en el ámbito cinematográfico, quienes declararon a este escritor como una de sus máximas influencias para su película Miller’s Crossing (1990), admirada por Johnson.  
Tug, el matón, confrontando a su jefe

Con estos ingredientes, Johnson ha logrado darle un nuevo aire al género negro, desplazándose entre las referencias más clásicas y las versiones más contemporáneas de este subgénero, que encuentra en Brick una de sus más curiosas y fructíferas mutaciones.

The Pin, saliendo de las sombras de este neo-noir

Ficha técnica

Director: Rian Johnson
Guión: Rian Johnson
Cinematografía: Steve Yedlin
Edición: Rian Johnson
Música: Nathan Johnson
Diseño de producción: Jodie Lynn Tillen
Diseño de vestuario: Michele Posch

Reparto

Josheph Gordon-Levitt como Brendan Frye
Emilie de Ravin como Emily Kostich
Nora Zehetner como Laura Dannon
Matt O’Leary como The Brain
Noah Fleiss como Tugger (Tug)
Lucas Haas como The Pin
Brian J. White como Brad Bramish
Meagan Good como Kara
Norah Segan como Dode
Richard Roundtree como el Vicerector asistente Trueman

Otra reminiscencia de Hopper...


Claves gráficas para un enigma

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